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TESTIMONIO: LOS TCA PUEDEN CURARSE

Mi nombre es Abigail González de Santillana. A los 11 años, recuerdo muy bien el día de mi cumpleaños como en lugar de sentirme feliz por mi cumpleaños me sentía triste y les decía a mis amigas que no quería crecer.

 

Poco a poco recuerdo empezar a no estar a gusto con mis cambios en el cuerpo. Y no se en que momento empecé a comer diferente, a restringir.

 

Todo empezó a girar en torno a la comida, también se distorsiono mi relación con el ejercicio.

 

En aquel tiempo no se sabía mucho sobre trastornos de la conducta alimentaria, recuerdo haber encontrado un libro del tema en casa, mi mamá lo estaba leyendo, tratando de buscar información y saber como ayudarme.

 

La relación con mis padres se volvió conflictiva. Y se que esto también afecto a mi hermana menor.

 

Me llevaron donde una nutricionista quien realmente me ayudó a poder tener confianza en que alguien que sabía sobre alimentación nos estaba guiando a mis padres y a mi. Sin embargo, no fue suficiente para sanar mi relación con la comida.

 

Luego de sesiones psicológicas y apoyo también a nivel espiritual. Recuerdo que después de un campamento de jóvenes de mi iglesia, al que no me iban a dejar a asistir por la misma situación en la que me encontraba, pero en consenso con quien era mi equipo de ayuda en ese momento y mis padres, pude asistir con apoyo también de mi líder, quien iba apoyarme en mis comidas.

 

Luego de meses de estar trabajando, en ese campamento alejada de todo el ruido y las rutinas, pude finalmente sanar heridas, perdonar, y dejar atrás resentimientos. Y al regresar recuerdo haberme bajado de el bus que nos transportaba del campamento, abracé a mis papas y les pedí perdón.

 

Todo empezó avanzar desde ese momento. Poco a poco regrese a confiar mi cuerpo, reconstruir mi relación con la comida y mi familia.

 

Luego estudie nutrición, en ese momento no pensando en trastornos de la conducta alimentaria, sino porque siempre me había gustado el área de la salud, mis padres trabajan en el área de salud.

 

Luego al terminar mi carrera, mi plan era especializarme en tratamiento nutricional para diabetes, pero en la búsqueda de universidades fuera del país, creo firmemente que Dios me llevó a encontrar mi maestría en el lugar que el escogió para mi. Fui a Barcelona a especializarme en abordaje de trastornos de la conducta alimentaria y obesidad. Estar en centros de tratamiento intensivo con terapeutas con gran trayectoria en el tema, me encontró de nuevo con mi historia y logré entender muchas de las cosas que había vivido, ponerles nombre, e incluso cerrar ciertas cosas que habían quedado inconclusas en mi mente.

 

Ahora tengo el privilegio de poder trabajar para ayudar a otros, y por primera vez en mi carrera comparto mi historia. ¿Por qué? Porque creo firmemente en que los trastornos de la conducta alimentaria pueden curarse y que cada persona tiene su propio proceso y tiene derecho ser vistos y atendidos correctamente.