Testimonio Mi relación con la comida

TESTIMONIO: MI RELACIÓN CON LA COMIDA

Mi relación con la comida siempre fue problemática, de amor odio se podría decir, siempre me gustó comer de todo, nunca le di problemas a mi mami como otros niños que rechazan cierto tipo de comida, para mí, todo lo que pudiera comerse, era bienvenido, mi mami me cuenta que como a las 5 o 6 años empecé a comer de forma un poco descontrolada y me repetía más de una vez el plato, eso me llevó a aumentar mucho de peso a partir de esa edad.

 

Para mí nunca fue problema mi imagen hasta que llegué a los 8 o 9 años y empecé a ver que mis amigas se veían diferentes, que usaban ropa bonita o que los niños les hablaban más que a mí. Escuchaba comentarios de mi familia sobre mi peso, me daba cuenta de cómo le decían a mi mami que yo estaba “muy gordita” para mi edad, y así era, tenía más peso de lo que se supone debe tener una niña a esa edad; así fui creciendo hasta llegar a la llamada “edad de la coquetería”, y este sentimiento de ser diferente creció hasta hacerse intolerable. Le pedí a mi mami casi llorando que por favor me metiera a un gimnasio a mis 12 años, pero no quería dejar de comer como lo hacía, creo que para mí la comida se convirtió en un refugio, pero al mismo tiempo algo que me hacía sentir culpable por no hacerlo de la forma que los demás esperaban.

 

Llegué a mis 15 viendo que solo hacer 3 horas de ejercicio diarias no eran suficientes para lograr mi meta de bajar de peso, así que me inscribí con la nutricionista del gimnasio, creo que era la primera vez que me pesaba y alguien me decía que tenía obesidad nivel II y que era urgente que bajara de peso, desde ahí mi relación con la comida se volvió obsesiva, parte de mi dieta era a veces solo comer frutas desayuno, almuerzo y cena, tomar licuados que sabían horrible, tomar demasiada agua, comer chicles cuando sentía hambre para “engañar” a mi estómago. Comencé a tener miedo de salir de mi casa porque afuera no iba a poder seguir mi dieta, me generaba mucha ansiedad saber que tenía algún cumple o salida con amigos o familia porque eso significaba romper la dieta y sentirme culpable los próximos días, comencé a contar calorías, leer obsesivamente las etiquetas y ponerme límite de comidas “prohibidas” en mi día libre, apuntaba todo lo que comía en el día.

 

Si bien nunca terminé de desarrollar un TCA, mi relación con la comida y mi peso, me llevó a estar un poco más de 10 años siendo esclava de las dietas restrictivas, desarrollé gastritis, problemas con los niveles de azúcar en sangre, pero sobre todo, un constante sentimiento de culpa cada vez que comía algo fuera de lo indicado en un papel que me decía que debía comer y cuántas porciones. De repente un día, a mis 25 años decidí salir de esa esclavitud, a leer sobre la alimentación intuitiva y a seguir muchas cuentas en Instagram que me motivaban a amarme tal como soy, aún ahora hay momentos en donde caigo en ese círculo vicioso de pensar si estoy comiendo de más o si tengo permitido comer algo o no, pero gracias a mi trabajo personal y terapéutico con mi psicóloga, puede detectar mis pensamientos obsesivos en cuanto al peso y la comida y salir de ahí. Ahora, sigo amando la comida en todas sus clases y disfruto cada minuto de salir con alguien a comer, porque pasé 10 años de mi vida culpándome cada que hacía eso.

 

–Vivian Saade