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TESTIMONIO: UNA RELACION SANA CON LA COMIDA

Todo puede empezar con un comentario negativo sobre el aspecto o peso de una persona o por una comparación. En mí caso fueron ambas, no me había dado cuenta de que el aspecto de mí cuerpo era algo que llamaba tanto la atención de todos y empecé a compararme. Dejé de comer acompañada de personas en el colegio para irme a comer sola a un baño porque a pesar de estar comiendo sano, no quería que nadie me lastimara. Empecé a prohibirme alimentos que pensaba eran malos, pero era tanta la prohibición que me daban más deseos de comerlos, algunos si me los comía y  otros solo me los metía a la boca para poder sentir el sabor y luego los botaba a la basura, todo esto lo hice siempre a escondidas, y me sentía culpable por lo que estaba haciendo.

Mí insatisfacción corporal era tan grande que no me gustaba verme al espejo e ir a comprar ropa, ni mucho menos ponerme calzoneta o bikini. Pase muchos años viviendo insegura de mí cuerpo y de los alimentos, recuerdo vivir con mucho miedo porque ya no quería seguir subiendo de peso.

 

Tuve mi primer encuentro con la nutrición en aquel momento que me encontraba desesperada y llorando, llame a mi mama y me arme de valor para decirle que necesitaba ayuda, ella me abrazo y lloramos juntas y al día siguiente hicieron cita con un nutricionista. Recuerdo esa etapa como mi primer gran respiro porque por fin sentía el apoyo de las personas y estaba aprendiendo mucho sobre nutrición, paso el tiempo y creí que yo ya estaba del todo bien, me gradué del colegio y decidí empezar a estudiar la carrera de Nutrición y Dietética, no me fue tan fácil porque tenía otra carrera que también me gustaba mucho, pero hoy entiendo por qué pudo más la nutrición. A medida fui avanzando en mi carrera me fui dando cuenta que aun había ciertas conductas negativas y que aún no había hecho las paces con los alimentos. También empecé a servir en un grupo de jóvenes de la iglesia y empecé a darme cuenta que habían muchas heridas en mi corazón, resentimiento, depresión y un gran vacío en mi corazón, a medida que caminaba con la ayuda de Dios y mi familia empezó mi proceso de sanación, pude perdonar a los que me habían hecho daño, empecé a amarme, me sentía más alegre, poco a poco fui aprendiendo que los alimentos no tenían la culpa, le pedí perdón a mi familia por mis conductas negativas y sobre todo pude perdonarme a mí misma porque entendí que Dios me perdona siempre.

 

Actualmente soy nutricionista y dude mucho de compartirles mi testimonio, pero lo comparto porque quiero hacer conciencia de que un solo comentario sobre el aspecto, peso o alimentación que emitamos hacia una persona, puede impactar tanto en esa vida de manera negativa. Mis deseos de ir más allá en mi profesión van enfocados en ayudar a mis pacientes a mantener una relación sana con los alimentos.